Medicina regenerativa en enfermedades autoinmunes

Medicina regenerativa en enfermedades autoinmunes

En condiciones autoinmunes se presentan 3 aspectos relevantes, no únicos, a tener en cuenta.

Uno es la base genética, hasta ahora, un elemento que no podemos cambiar. Es la carga que traemos y heredamos de nuestros padres. Por esta carga, es más o menos probable desarrollar o no X o Y condición de salud. Sin embargo, a diferencia de lo que se piensa o pensaba antes, este factor no es el más relevante en la gran mayoría de los casos, pues los genes relacionados con esas condiciones de salud, se pueden activar o no, dependiendo de la epigenética, que hace referencia a todos los factores medioambientales, hábitos, emociones, entre otros, que exponen nuestros genes a una información que finalmente los termina activando para desarrollar así una condición de salud. Termina siendo este, el factor más relevante a la hora de que una enfermedad se presente, por lo que viéndolo de otra manera, está más en nuestras decisiones de vida y no en nuestra carga genética, la posibilidad de desarrollar la mayoría de condiciones crónicas que afectan la salud.

El segundo, haciendo referencia a la epigenética, es el tener un intestino más permeable a elementos (alimentos, patógenos, etc) que de otra manera, no atravesarían esa barrera y con ello, permanecerían limitados al espacio intraluminal intestinal (dentro de la luz del intestino). Al sobrepasar la barrera intestinal, se ven enfrentados a nuestro sistema de defensas, el sistema inmune el cual, al reconocer que estos elementos que están traspasando una frontera que no deberían, desencadena una respuesta en contra de ellos, lo cual no significa que este proceso se quede autolimitado al intestino, pues esos variados elementos que atraviesan la barrera, ya se pueden encontrar diseminados por nuestro organismo al entrar en la circulación y con ello, generar respuestas inmunológicas y con ello inflamatorias a distancia, en cualquier parte del cuerpo.

El tercero es que habitualmente una condición autoinmune sale a la luz, es decir se hace evidente en la persona (puesto que ya venían presentándose afectaciones que clínicamente no se habían manifestado), luego de un factor también epigenético que puede frecuentemente es emocional. Es importante mencionar que este factor, también puede estar jugando un papel como perpetrador, es decir, es un elemento que viene afectando el cuerpo desde su presentación, como lo sería un evento emocional desagradable, que generalmente es emocionalmente importante (la importancia de un evento emocional, depende de muchos factores, pues lo que para un ser puede ser relevante, para otro, posiblemente no) y que habitualmente está relacionado con el hecho de ser o sentirse rechazado(a) en algún momento de la vida, particularmente en la infancia. Al ser perpetuador, va generando una ruta neurológica que hace que nuestro cerebro tome ese camino, cada que se expone a una situación que para él (para el cerebro), se parezca de alguna manera, a esa situación desagradable. Así las cosas, si esta persona se expone a una situación que en muchas ocasiones tiene cierto grado de intensidad emocional y que su cerebro reaccione quizá de una forma más intensa, tomando esa ruta que se había creado con anticipación, puede jugar como un detonante y en ese caso, se hace manifiesta clínicamente esa condición de salud en la que su propio sistema inmunológico “rechaza” a lo propio, atacando alguna parte del cuerpo, desencadenando lo que  se conoce como autoinmunidad. Este tercer punto e incluso el segundo, generalmente no son tenidos en cuenta por la medicina convencional, por lo que son y quizá seguirán siendo por mucho tiempo, puntos de debate y controversia.

Luego de haber aclarado mi punto de vista frente al terreno en el que se inicia, se cultiva y se mantiene  una condición autoinmune, mi enfoque va dirigido justamente a optimizar este tipo de condiciones, desde toda esa amplia perspectiva y ahí la medicina regenerativa también tiene su papel.

Las condiciones autoinmunes, generan una carga inflamatoria que va produciendo “desgastes” asociados a la misma en diferentes tejidos. Al emplear terapias con exosomas, podemos modular esa respuesta inflamatoria que en un momento de la enfermedad puede estar siendo más marcada o intensa y con esta terapia que se emplea en una aplicación intravenosa, se puede ver favorecido un proceso de regulación más rápido, aunque no necesariamente mantenido, pues para lograrlo, se requiere trabajar en todos esos elementos previamente mencionados. Para apoyar en esa reparación de tejidos luego de esa inflamación habitualmente crónica, mantenida por tanto tiempo, la terapia con Células Madre, cobra un papel importante. Estas células reciben la información de lesión e inflamación que circula por la sangre, “llamando” a las células a actuar de una manera que entren a producir y liberar a la circulación, sustancias o factores que ayuden a promover la modulación y al mismo tiempo, ese “llamado” las direcciona al lugar donde se está generando esa alerta, movilizándolas al mismo, favoreciendo así una acción más dirigida al área corporal donde más se requiere.

Por lo anteriormente expuesto, de alguna manera los Exosomas nos ayudarían más en la parte o el episodio agudo y las Células Madre más en lo crónico. Sin embargo no es del todo así y se pueden emplear, tanto desde las etapas iniciales de la presentación clínica de la autoinmunidad para regular esa respuesta inmune descontrolada, como cuando se lleve tiempo con la misma, para ayudar a reparar parte de los daños generados por esta. Igualmente, si bien, en mi enfoque procuro identificar y optimizar los tres factores mencionados al principio, preparando el terreno para sacar el mayor provecho al uso de la terapia celular, también, dependiendo del caso, se pueden emplear como parte de esta fase inicial de manejo, facilitando en ocasiones, avanzar más rápido en los procesos de optimización.

La terapia con Células Madre, se puede emplear por vía intravenosa, pero también puede ser empleada directamente en áreas o tejidos que requieren ser reparados, como son algunas articulaciones por ejemplo, en enfermedades como la artritis reumatoidea.

Estas terapias celulares con Células Madre o acelulares con Exosomas, se pueden combinar y complementar con otras herramientas terapéuticas para quizá obtener una respuesta más rápida o mejorada, como lo son las terapias con Ozono Medicinal, las infusiones intravenosas conocidas como Sueroterapias con medicamentos homeopáticos y/o con minerales, vitaminas, antioxidantes, etc.

Queda posiblemente claro, que esta terapia requiere de una individualización para sacar el mejor provecho de la misma y emplearlas según el estado de cada paciente independiente que tengan el mismo diagnóstico. Adicionalmente, estas terapias pueden perfectamente combinarse con varias terapias convencionales, complementando así los objetivos que cada una procura en el paciente.

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